S10-M03

Equipo: COROTOS

S10-M03

9no Lugar
Juan Carlos Parilli - Arquitecto
José Alejandro Santana - Arquitecto
Andres Aleman - Arquitecto
Andys Piñate - Arquitecto

 

S10-M03

 

Caracas a veces se oculta, está ahí, al lado, al frente y sin embargo no se deja ver. A cada rato la ciudad se fragmenta y las barreras se imponen. Los habitantes de esta urbe de muros ciegos intuyen que hay otra ciudad al alcance de la mano, cerca de ellos pero inaccesible, como si varias ciudades pudieran ocupar el mismo espacio, como si espacios antagónicos, que no se reconocen, pudieran configurar una sola ciudad.

 

La Avenida Francisco de Miranda es una de las vías más importantes de Caracas, se desarrolla entre Petare, en el extremo este de la ciudad, y Chacaíto, en la frontera entre los municipios Chacao y Libertador. Es un corredor amplio y bastante bien estructurado. Sin embargo, al llegar a Chacaíto, La avenida no remata, no culmina, no fluye. Se estrella, se corta, se topa con la Plaza Brión y el Boulevard de Sabana Grande, espacios peatonales que ocupan el ámbito urbano en el que la avenida continuaba y que ahora se convierten en obstáculos que producen un final obligado, que fuerzan una conclusión que espera ser resuelta. La avenida, en su extremo oeste, se fragmenta torpemente ramificándose en varias vías secundarias. Para ir al norte se toma la Avenida Principal del Country Club y se sube hacia la montaña acompañando a los campos de golf que, inaccesibles y casi siempre invisibles, se convierten, al mismo tiempo, en obstáculo, paisaje y memoria, recordándonos cuantas Caracas pueden habitar el mismo espacio.

 

Los hoyos 6 y 7 de los campos de golf colindan con el borde norte del desafortunado final de la Avenida Francisco de Miranda. Tras altos muros ciegos, las copas de los árboles permiten imaginar un paisaje natural, oculto y cerrado. Desde las aceras sólo se presiente su presencia. Eventualmente, el espacio de los campos de golf será reclamado por una ciudad que requiere soluciones y acuerdos. No resulta sensato que espacios tan importantes estén completamente desconectados de la vida urbana. Cómo y cuando se integrarán son preguntas apremiantes que no son fáciles de contestar, pero que sin duda serán respondidas por la presión que ejerce la ciudad sobre sí misma. Parte del espacio, que actualmente ocupan los hoyos 6 y 7 de los campos de golf, podría contribuir, no solo a resolver el conflicto de circulación que se genera en el extremo de la Avenida Francisco de Miranda, sino también a mejorar las condiciones ambientales de este importante espacio urbano.

 

Nuestra propuesta apuesta a integrar el paisaje natural a la actividad ciudadana. Se rompe parte del muro que separa los campos de golf de la avenida, con la idea de integrar visualmente ambos espacios. Ubicamos una pieza de concreto que es, al mismo tiempo, mobiliario urbano y elemento que relaciona, forma parte del muro que divide, pero también es terraza y mirador, una plataforma elevada que une ambos lugares. El pequeño desnivel existente valoriza la pieza y privilegia al observador. Una rampa y una escalera se tallan en el volumen de concreto que se levanta por encima de la calle. El pavimento de esta terraza se construye con acero corten para diferenciarlo del entorno inmediato y darle valor al espacio. Bancos tallados en concreto ofrecen la posibilidad de descanso y contemplación. Un plano de cristal, en el que se imprime información sobre los campos de golf, el sector y la ciudad se convierte, simultáneamente, en límite, cartelera y ventana. Desde el mirador, a través del vidrio, se entiende el lugar, la naturaleza y la arquitectura, se observan la vegetación y la ciudad, se reconstruye la memoria y se ubica al espectador. Un árbol, una Acacia Flamboyant, contribuye a calificar el sitio, dialoga con el entorno y pone a la naturaleza, valor fundamental de Caracas, en primer plano.

 

Caracas a veces se descubre, se reconoce y se abre, se relaciona y se integra, decide ser generosa y plural. Hemos tratado de dar un paso hacia el futuro, un futuro en el que la ciudad ceda y al mismo tiempo reciba, entendiendo que sus problemas y sus soluciones tienen que ser colectivas. Un futuro en el que las oportunidades se reconozcan y se aprovechen para mejorar los espacios que habitamos.