Los límites arbitrarios construidos por las delimitaciones deben ser permeables a la movilidad de uso y usuarios, lo mismo que a la circulación de “las corrientes de la historia, la lengua y la cultura”, tanto como deben serlo los límites del texto. Así los árboles que han ido creciendo y haciendo vida y ecosistema alrededor del patrimonio edificado indican con la sombra de sus copas y el recorrido de sus ramas, hojas y flores, materializando un eclipsamiento de los límites impuestos por el parcelario.
Varias líneas manuscritas acompañan el recorrido del transeúnte, como reto adicional a los límites convencionales entre poesía y artes plásticas; funcionan como señaladores a las intervenciones urbanas al tiempo que son también contenedores de espacios para usos renovados.
Nos movemos dentro de los parámetros y la unidad estética de lo moderno, donde arquitectura y urbanismo sirven de urdimbre al tejido que característico caraqueño, siendo éste, además, un tiempo histórico que fue promotor del concepto hibrido de la ciudad jardín, nombrando incluso las nuevas urbanizaciones, recientemente sembradas con innumerables especies vegetales en calles, parcelas y parques.
La selección trabajada incluye tres edificios diseñados por Donald Hatch (nos permitimos un guiño admirado frente a su eclecticismo biográfico (un boina verde que luego de acabada la guerra mundial pasa un decenio construyendo edificaciones icónicas en el trópico latinoamericano), por ello declaramos: Don Hatch was here, y aquí dejó un legado que espera ser reconocido como parte del valor patrimonial caraqueño.
Cada una de las construcciones seleccionadas hace un llamado a una solución urbanística particular: como MEMBRANA entre fachada y contrafachada, entre flujo y reflujo, entre riberas y vialidad (edificio NCR, en Colinas de Bello Monte); como ISLA con una proa rompe-ola y una popa anodina en medio de circulaciones complejas (Centro Comercial CADA de Las Mercedes); como PUENTE conector histórico entre un bloque diplomático y uno productivo, que se convierte ahora en un conector entre actividades urbanas colindantes (edificio del Ministerio de Turismo, antigua embajada de EEUU, en La Floresta). Todavía más su posible conexión con el parque La Estancia.
Hemos decidido valorizar el texto arbóreo, ue atraviesa líneas sobre el mapa, haciendo evidente su porosidad: así como su ramaje y la sombra de su copa funcionan como trama viva que atraviesa bordes, límites, rejas y se extienden por encima de los límites; de la misma manera, por debajo, el sistema radical invisible copia la extensión de la copa. Así, reproducir sobre el piso la sombra de las copas (con vidrio molido pulido, por ejemplo) hace aflorar las raíces, nos hace caminar entre esas dos nubes.
La permeabilidad a nuevas conexiones que Conde exige para los objetos arquitectónicos –y urbanísticos—se elabora en esta propuesta incorporando el texto poético como parte y plataforma de la unidad urbanística, hebra que pespuntea recorridos con “intervenciones blandas” (de bajo impacto) que multiplican los grados de significación en el usuario del espacio urbano. Los costos estimados para dichas intervenciones se ajustaran a los recursos disponibles para su ejecución, siempre garantizando maximizar intervenciones construidas de alto impacto conceptual.