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Equipo: COROTOS

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Juan Carlos Parilli - Arquitecto
Jose Alejandro Santana - Arquitecto
Andres Aleman - Arquitecto
Andys Pïñate - Arquitecto

 

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Caracas a veces se extravía, y para extraviarse no tiene que ir muy lejos. La ciudad despistada, aturdida por la febril actividad, deja de lado lugares valiosos, oportunidades urbanas que están ahí, invisibles debido a la proximidad, residuos citadinos que paradójicamente se encuentran al frente, al lado o en el centro de todo, tan cerca que no se ven, camuflados sin hacerse notar pero presentes, esperando su momento con paciencia.

 

La Plaza O’Leary es un sitio emblemático de la ciudad por varias razones. Es el espacio público primordial del proyecto Reurbanización El Silencio, de Carlos Raúl Villanueva. Está ubicada en el extremo oeste de un largo y fundamental eje urbano que recorre, de este a oeste, la Avenida Bolívar y una serie de importantes lugares también emblemáticos: el Palacio de Justicia, la Plaza Diego Ibarra, las Torres del Silencio y la Plaza Caracas. La Avenida Bolívar, al encontrarse con el Palacio de Justicia, se hunde para pasar por debajo de esta serie de espacios y aflora justo frente a la  Plaza O´Leary y el Bloque 1 de la Reurbanización El Silencio. La plaza es el punto en el que convergen varias vías y recorridos. Además de la Avenida Bolívar, coinciden allí la Avenida San Martín,  la Avenida Sucre,  y las Avenidas Sur 8, Oeste 6 y Oeste 8.

 

En el punto en el que se encuentran la Avenida San Martín y la Plaza O’Leary, la geometría del flujo vial genera un pequeño triángulo. Desde este sitio, que existe como una consecuencia inesperada, como una decisión sin autores, se consigue una visión privilegiada de todo el ámbito de la plaza y su entorno. La plaza O’Leary es, además de un importante hito urbano con gran valor histórico y patrimonial, punto de encuentro y distribuidor de flujos viales y de recorridos peatonales. La gran paradoja que se presenta es que, aún siendo pieza protagonista, rodeada de importantes edificaciones,  se encuentra a la vez aislada y acosada por el tráfico vehicular.

 

Desde el triángulo puede contemplarse el gran espacio público en el que remata y culmina el eje más importante de la ciudad, el observador que se detiene allí comprende y aprecia el lugar, el triángulo es, simultáneamente, balcón sobre la plaza y descanso en el recorrido de los peatones, sitio de paso y permanencia, parte del espacio y pieza de circulación. Desde ese modesto, y al mismo tiempo importante punto, los bloques de la Reurbanización El Silencio, el Teatro Junín, las Torres del Silencio, el Parque el Calvario, las avenidas y la plaza, conforman una perspectiva integrada y sorprendente.

 

En nuestra propuesta, elevamos un poco el nivel del triángulo para darle valor y privilegiar al observador. Una rampa y una escalera se tallan en un volumen de concreto que se levanta por encima de la calle. El triángulo, ligeramente elevado, se convierte en terraza y mirador. El pavimento de esta terraza se construye con acero corten para diferenciarlo del entorno inmediato y darle valor al espacio. Bancos tallados en concreto ofrecen la posibilidad de descanso y contemplación. Un plano de cristal, en el que se imprime información sobre los edificios, el sector y la ciudad se convierte, simultáneamente, en límite, cartelera y ventana. Desde el mirador, a través del vidrio, se entiende el lugar y la arquitectura, se observan los edificios y la plaza, se reconstruye la memoria y se ubica al espectador. Un árbol, una Acacia Flamboyant, contribuye a calificar el sitio, dialoga con el entorno y pone a la naturaleza, valor fundamental de Caracas, en primer plano.

 

Caracas a veces se encuentra, se reconoce y se redescubre, se asoma sobre sí misma, se mira al espejo. Hemos tratado de interpretar un sitio que, aun estando presente se mantenía oculto, un espacio que merece atención, un lugar que es una oportunidad.