Los primeros intentos de explicación por parte de las élites partieron del asombro ante hechos novedosos en el ámbito urbano. Surgieron al tiempo que se producía la intensa movilización de contingentes poblacionales en las primeras décadas del siglo XX; una movilización fue clave en la configuración del rostro de la metrópoli venezolana. En su afán de ser moderna Caracas no supo como dar la bienvenida a cientos de miles de personas que acudieron a ella, llamados justamente por la promesa de modernidad. Los barrios si supieron recibirlos. Para ser más precisos: los barrios fueron construidos por ellos mismos y hoy representan el hogar de la mitad de los caraqueños. Las razones detrás de esta situación han existido durante gran parte de la historia moderna del país. Venezuela es una de las naciones más urbanizadas del mundo con 89% de su población viviendo en ciudades. La explotación del petróleo, que arrancó de lleno en 1920, cambió por completo la estructura económica del país. Pasó de una producción agrícola marginalmente productiva a un modelo orientado hacia el consumo, financiado por la economía del petróleo. El crecimiento de empleo en la ciudad motivó una fuerte migración urbana. Ya en 1950, más del 50% de la población venezolana vivía en ciudades, medio siglo antes de que el mundo alcanzara la misma marca, y generando al mismo tiempo una dualidad urbana o modernidades paralelas que persisten en la actualidad.

El modelo de la transformación de Medellín ha estructurado una red de instituciones alrededor del mundo que siguen los aprendizajes que nos muestran las distintas propuestas realizadas en la ciudad paisa, que comenzaron con el apoyo del alcalde Sergio Fajardo volcando a la población de la ciudad a auxiliar a aquellos más necesitados con prioridad a través de la construcción de proyectos,  que subieron la autoestima y la educación de la población que se encontraba inmersa en el vicio de la droga, con las consecuencias de una enorme inequidad. Se diseña una nueva agenda política con una nueva orientación, donde se desarrollan espacios para la inclusión, se incorpora a los usuarios en la construcción de los nuevos imaginarios de ciudad y el transporte público se convierte en un nuevo escenario para la integración. Para ello, se diseñan nuevas caminerías, rutas de bicicletas reforzadas con paisajismo sustentable y el esfuerzo se concentra en re imaginar una ciudad con cabida para todos a partir de una ciudad con mayor numero de lugares de encuentro con buenos diseños.