A partir de la aplicación de la Ley de petróleo del año 43, que obliga la refinación en el país, la actividad comercial y empresarial vinculada a Estados Unidos se incrementa de forma tal que obliga a La Embajada Norteamericana a tener oficinas en Caracas por primera vez, con un edificio completo destinado a sus varias operaciones en el país.
El edificio que había sido diseñado en principio para apartamentos, fue adaptado para alojar oficinas administrativas de la Embajada en un edificio con una planta en triangulo, de ocho niveles y ubicado en la urbanización de mayor prestigio para la época, San Bernardino.
El edificio pronto fue sustituido por otro en una locación del este de la ciudad y hoy está destinado a viviendas.