La casona de la antigua hacienda Juan Díaz es una obra colonial que ha resistido el paso del tiempo. Construida en el tope de una loma, con vistas sobre el valle, las vertientes y el horizonte marino, su historia se remonta al siglo XVII cuando el entonces gobernador de la provincia venezolana, capitán Sancho de Alquiza, otorga para su desarrollo en 1608 las tierras de Caraballeda. Otorgadas a Juan Díaz, junto a las de la Hacienda Suárez (hoy ocupada por las urbanizaciones El Palmar y Caribe), estas fueron destinadas al cultivo y producción de caña de azúcar, siendo la Hacienda Díaz una de la más extensas y poderosas de la región este del litoral.
Al pie de la montaña, dominando el valle y los cultivos, se ordenó construir la casona colonial de planta rectangular uniforme y simétrica, con un patio central rodeado por corredores que sirven los espacios interiores, decorados con mobiliario de época.
Los altos techos a dos aguas están construidos con caña amarga y recubiertos con tejas de arcilla, mientras que los vanos dispuestos en forma rítmica y ordenada confieren sentido a la estructura.
En 1946, la familia Sosa Báez, últimos propietarios en explotarla como fundo agrícola, se asocian a Bernardo Siso y Carlos Heny para formar la Compañía Anónima Urbanización Caribe, cuyo urbanismo fue trazado por Manuel Mujica Millán.
Los terrenos fueron luego vendidos a la Asociación Caraballeda Golf & Yacht Club, lo que transformó la antigua hacienda en el único club de golf, social y deportivo del litoral central. Para ello, la casa adquirió un nivel inferior donde se desarrolló el area de piscina con sus respectivos servicios de apoyo junto a un paisajismo que completaron un contexto armonioso bajo la tutela del arquitecto Don Hatch.